Magia popular mexicana

Magia popular mexicana

Comadre… hoy quiero hablarte de una de las cosas que más me mueve el corazón: la magia popular mexicana. Esa que no se aprende en libros carísimos ni en cursos con nombres rimbombantes, sino en la vida diaria, en las cocinas de las abuelas, en los rezos de medianoche, en los mercados llenos de hierbas y velas, en los remedios caseros que llevan siglos pasando de boca en boca.

Porque la neta es que la magia mexicana es puro poder. Es resistencia y amor, es la voz de las curanderas que desde hace generaciones nos han enseñado que un huevo limpia más que mil palabras bonitas, que el romero, el ruda y el copal son guardianes, y que todo lo que crece en la tierra está vivo y dispuesto a ayudarnos si lo sabemos honrar.

Mi magia verde nace de ahí: de esas raíces populares, de la medicina de las plantas, del sincretismo entre lo ancestral y lo cotidiano. Me inspiro en las curanderas que limpian con rezos, en las mujeres y hombres que saben prender una vela con fe y transformar su destino, en la fuerza del pueblo que nunca dejó morir su espiritualidad aunque la llamaran superstición.

Porque la magia popular mexicana es así: directa, sin adornos, pero poderosa. Es la magia que se hace en la mesa de la cocina, en un altar improvisado, en el patio de la casa con un puñito de hierbas y una vela. No necesitas más que intención, respeto y corazón para que funcione.

Y como quiero que lo vivas en carne propia, te voy a enseñar un ritual de limpia muy mexicana con la vela La Curandera:

Ritual de Limpia con Vela La Curandera 

  1. Consigue una veladora La Curandera. Esta vela representa la fuerza de las mujeres sabias, de las sanadoras, y se usa para cortar envidias, mal de ojo, cansancio y cargas pesadas.

  2. Antes de usarla, pásala por tu cuerpo de pies a cabeza, como si barrieras tu energía con la vela, mientras dices:
    “Todo mal se va, toda carga se quema, toda sombra se transforma en luz.”

  3. Colócala en un plato blanco y rodéala con hierbas mexicanas de protección: un poco de ruda, romero y albahaca (si solo tienes una de estas, también sirve).

  4. Prende la vela y deja que arda mientras visualizas cómo tu cuerpo y tu espíritu se limpian. Si sientes ganas de rezar, hazlo en tus propias palabras, como lo hacían nuestras abuelas: directo, desde el corazón.

  5. Cuando la vela se consuma, junta las hierbas y las ceras y llévalas a la tierra, agradeciendo por la limpieza y por el alivio recibido.

Este trabajo es muy de nuestra tierra, muy del pueblo: sencillo, honesto y lleno de poder. Una manera de recordarte que la magia no está lejos de ti, sino en tus raíces, en tu historia, en tu sangre.

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