Las flores han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Han sido parte de rituales, ofrendas, altares y celebraciones en todas las culturas. Más allá de su belleza y su aroma, cada flor contiene un poder espiritual y energético que puede convertirse en un aliado para la magia, la sanación y la protección y son parte indispensable de mi practica mágica, es por ello que, comadre hoy quiero hablarte a detalles de las mismas.
Cuando miramos una flor no solo vemos colores y formas; también percibimos la vibración que emana. Esa vibración actúa en nosotros y en los espacios que habitamos, influyendo en nuestro estado de ánimo, nuestra energía y en el rumbo de lo que deseamos atraer o alejar. En magia, las flores son mensajeras del alma, espejos de la naturaleza que nos recuerdan que todo ciclo florece, se transforma y renace.
Las flores como protectoras mágicas
Así como hay flores que invitan al amor o a la abundancia, existen otras que se han considerado protectoras desde la tradición popular y esotérica. Son aquellas que no solo embellecen, sino que actúan como un verdadero escudo contra energías negativas, envidias y malas intenciones.
Estas flores de protección suelen formar parte de limpias, baños, ofrendas y velaciones. Su fuerza reside en que equilibran lo espiritual con lo terrenal: alejan lo que estorba, sellan nuestro campo energético y al mismo tiempo elevan nuestra vibración.
Las siete flores de protección de la vela 7 machos
En El Gato Mágico decidí crear la vela 7 machos con un propósito muy especial: reunir en un solo elemento la fuerza de siete flores de protección que, unidas, se convierten en un círculo mágico alrededor de quien la enciende. Cada flor aporta una cualidad única:
-
Nardo: poderoso purificador que abre caminos y rompe maldiciones. Su presencia aleja brujerías y corta con las ataduras energéticas que impiden avanzar.
-
Jazmín: flor nocturna vinculada a la luna, protectora del espíritu y de los sueños. Refuerza la intuición y resguarda de las energías sutiles del bajo astral.
-
Heliotropo: consagrado al sol, repele la oscuridad y aporta vitalidad. Es un guardián que ilumina, despeja y renueva la energía vital de la persona.
-
Clavel: tradicionalmente asociado con la fuerza y el coraje, protege contra la envidia y resguarda el corazón de intenciones dañinas.
-
Lavanda: conocida por su capacidad de calmar y armonizar, limpia ambientes, disuelve cargas pesadas y protege con un manto sereno y pacificador.
-
Chipre: ligado a lo ancestral y funerario, es una planta que corta y expulsa lo que debe irse. Representa la purificación y el cierre de ciclos energéticos.
-
Azahar: símbolo de pureza, aporta renacimiento y sella el aura con luz. Su fuerza radica en proteger los nuevos comienzos y fortalecer la conexión espiritual.
La unión de estas siete flores genera un escudo completo, que no solo protege, sino que también transforma. Mientras unas se enfocan en cortar, otras calman; mientras unas abren caminos, otras sellan y elevan.
Trabajar con las flores en tu práctica mágica
Incorporar flores a tu práctica no requiere rituales complicados. Pueden usarse frescas en un altar, secas en un sahumerio, maceradas en un aceite o integradas en velas y baños. Lo importante es la intención: reconocer que cada pétalo y cada aroma son también un lenguaje que nos habla y nos guía.
La vela 7 machos es un ejemplo de cómo las flores pueden reunirse en un objeto mágico para multiplicar su poder. Encenderla no es solo un acto de luz, es abrir un espacio de protección, limpieza y fortaleza espiritual donde siete guardianas florales se ponen a tu servicio.
En la magia, las flores no son simples adornos: son guardianas, maestras y protectoras. Y cuando aprendemos a trabajar con ellas, comprendemos que la naturaleza nos dio escudos tan bellos como poderosos.
